Tema

Viviendo en la noche es la historia de un Cazador Oscuro llamado Dyah, un vigilante de la noche que no pasaría desapercibido ni aunque viviera en una cueva. Dyah Garibaldi es alto apuesto, de ojos grises que hipnotizan, vive solitario en su mundo de la noche a excepción de las amistades con otros Cazadores.

Vive la vida como le apetece. No busca el amor ya que es un requisito que está prohibido para los Hunter y así lo cumple, pero el sexo no está prohibido y Dyah se aprovecha de ello más que nadie.

Un buen día, mientras Dyah duerme lo despierta Ash, el "jefe" de los Cazadores Oscuros, el primero creado por Artemisa. Este le pide que vaya al Barrio Francés para encontrarse con antiguos Cazadores Oscuros, entre ellos, sus viejos amigos, Talon y Wulf. Pero cuando llega ve a una preciosidad que no lo dejara indiferente.

Isla Speroni es una chica normal que le gusta viajar, el buceo y la arqueología, aunque nunca ha sido lo suficientemente constante para terminar la carrera. Isla vive el día a día en su loft de Nueva Orleans, donde se trasladó debido a un problema, y allí conoció a Sunshine, Tabitha, Amanda y Selena.

Un día se despierta y ve que sin recordar nada una persona que apenas había conocido del día anterior se traslada a su casa. Pero fortuitamente con Dyah no se siente tan sola, así que le permite "casi" todo. Lo que ella no sabe es que Dyah la esta protegiendo de algo.

Los daimons la buscan por una maldición.

Pero pasa algo más, que todos saben menos Dyah e Isla. ¿Le sentará bien el descubrimiento? ¿O hará que todo acabe fatídicamente? ¿Dejará Dyah que Isla muera por huir de su destino?

Si quieres saber más, sigue leyendo.

NOTA

Todos los personajes de Sherrilyn Kenyon son de la propia autora, yo, Julieta, los uso en mi blog añadiendo mis datos propios con mis personajes fuera de la historia original Dark Hunter.

miércoles, 9 de junio de 2010

Nueva visita

Las mujeres charlaban animadamente sentadas juntas en una de las mesas del Cafe Du Monde. Isla se apartó un poco para dejar a la joven camarera dejar sus beignets con su café achicoria en la mesa. Entonces sonó La vie en rose.

-¿Diga?
-Hola cariño. Soy B. ¿Dónde estás?
-¡Hola, B! Estoy tomando un café con unas amigas, ¿dónde andas tú?
-Acabo de llegar a la ciudad. ¿Te apetece cenar esta noche? Por cierto, ¿qué amigas?
-Sunshine y las demás.
-¡Genial!, preguntáles si hay cena esta noche.
-De acuerdo, te llamo luego.
-Te quiero.

Isla colgó su teléfono y se dirigió a las demás.

-Chicas, era Bridgett Chevalier, quiere cenar esta noche. ¿Os apuntáis?
-¡Claro!, Será divertido.- respondió entusiasmada Sunshine.
-Esto... chicas. Lo siento, pero si Kirian trabaja esta noche, me temo que tendré que quedarme con Marissa.
-Yo estoy en el mismo plan que Amanda.- añadió Grace.
-Oh, vaya. Pero, las demás si, ¿no?
-Por mi sí.- respondió Tabitha.
-¿Cass?
-Bien, tendré que hablar con Wulf, pero creo que también trabaja.
-Perfecto. No hace falta decir que tu vendrás, ¿no, S?
-Lo cierto es Isla, que había quedado con Grace en que la ayudaría en su noche con los pequeños. No te importa, ¿verdad?
-Oh, Selena, de eso nada. Tú ve. Estaré bien, en serio. No es justo. Salid y pasároslo bien.
-No, Grace, nada de eso. Me comprometí contigo. No puedes cuidar de tres pequeños tú sola.
-Vale, chicas. No es justo que ni Grace ni y yo no podamos salir. ¿Qué os parece cena de mujeres en mi casa? Podremos estar todas juntas, cenaremos, y tendremos a los pequeños juntos y vigilados.
-A mí me parece una idea fantástica.- afirmó Selena.
-Genial. Avisaré a Brigett ahora mismo.- confirmó Isla felizmente mientras volvía a desbloquear su teléfono móvil.



Isla estaba frente al edificio de pisos donde residia, sacó la llave del portal y abrió. Se sentía un poco extraña, observada. Se puso frente al ascensor y esperó a que llegase. Quinto piso, cuarto piso, tercer piso... Isla esperaba impaciente viendo como el ascensor descencia lentamente entre los niveles. Un siseo a su espalda y unas pisadas. Se giró asustada bruscamente y escrutó la oscuridad de las escaleras que daban al garaje. Casi creyó ver un brillo blanco al final de las escaleras cuando ¡Pim! el ascensor se abrió.
Isla suspiró aliviada y se montó a la prisa en el ascensor y pulsó el botón del tercero. Mientras observaba cerrarse las conpuertas del transportador vio ese brillo acercarse de un salto mostrando unos dientes largos que se estamparon con la puerta.

-Joder, me estoy volviendo loca. La película de ayer me dejó majara. Será mejor que deje de ver películas sobre vampiros...

Cuando el ascensor se paró y abrió las conpuertas, Isla se dirigió directa a la puerta principal de su apartamento. Una silueta oscura estaba frente a su puerta. Se paró en seco. ¿Quién narices era? Joder, quizás lo de abajo no era producto de mi imaginación, pensó. Una esbelta silueta que cuando se fijó bien comprobó que era una mujer. Siguió andando pero calculando cada paso, lento. Un cabello que llegaba por media espalda. Otro paso más. Rubio. Un paso. La mujer se giró y dejó entrever una hilera de preciosos dientes blancos.

-¡Bridgett!
-¡Isla Speroni! Ya era hora guapa. Llevo esperando casi media hora.
-¿Pero qué haces aquí? ¡Sabes del susto qué me acabas de dar!- la acusó.
-No seas paranoica. Anda abre la puerta, necesito ir al baño urgentemente.- Se acercó a su amiga y le dio un abrazo antes de abrir la puerta y dejarla entrar primero.

-¡Guau...! Tienes un apartamento precioso.
-Es un duplex. La parte de arriba tiene un pequeño desván y una habitación que tendría que ser el dormitorio pero lo he dejado como despacho, zona común y habitación de invitados.
-Genial porque no tenía donde quedarme.
-Vaya cara. Bueno voy a arreglarme.
-¡Yo te peino y te maquillo!
Isla se tornó sobre sus pies y volvió a inclinar la cabeza para que su amiga la viera desde el sofá.
-Cielo, es una cena en casa de Amanda Devereux.
-Sí, pero podemos tomar unas copas después de la cena, ¿no crees?
Isla suspiró levemente como gesto de rendición y con una sonrisa en los labios se volvió al armario para coger un bonito vestido azul oscuro, muy sencillo, pero se ajustaba muy bien a su cuerpo menudo y la hacía parecer tener más pecho. Se zancó los tacones negros y la chamarra negra. Lo dejó todo encima de la cama y se volvió al cuarto de baño para darse una rápida ducha.

Aqueron

Cuando llegaron a la tienda de Royal Street, vieron que tenía el cartel de Cerrado, pero Liza ya les señalizaba con la mano que entraran.

-Hola jovencitos. Está en la trastienda. Ahora os llevo un poco de té.

Al llegar, vieron a un pequeño demonio negro con cuernos rojos y ojos del mismo color.
-Akri, ¿él es Dyah?
Dyah se sobresaltó por la repentina atención del demonio. Sabía de la familiaridad que tenía Aqueron con aquel especimén pero tambien sabía que había que tener cuidado con el par. Sobretodo con ella. Adoraba comer Cazadores con salsa barbacoa.
-Sí, Simi.- respondió el hombre apareciendo desde detrás de una estantería.- Bienvenido a Nueva Orleands, Jedediah. ¿Fue bueno el viaje?
-Es todo un detalle que te preocupes, Ash, pero en serio, tengo ganas de instalarme. Suelta lo que tengas y dejános marchar. Estos son unos endebles enamorados y no creo que aguanten mucho sin sus hembras.
-Oye, no te pases, principito. O te mostraré lo endeble que son mis puños.- amenazó Kirian. Dyah se giró para enfrentarlo pero se encontró con un gigantesco cuerpo.- ¿Pero que coj...?
-¡¿Zarek?!- Talon se quedó pasmado
-Sí, imbecil. Soy yo. Ash me llamó y ya sabéis como esta Astrid con el tema de las relaciones sociales.
-Pues me alegra de volver a verte, esclavo.
-Aunque parezca mentira y que no sirva de precedente. Yo también.
-Bueno, saludos cariñosos aparte. Tenemos un problema de los gordos.- interrumpió Aqueron haciendo aparecer una manzana verde y mordiéndola al momento.

Un horrible olor a canino mojado se introdujo bruscamente por la nariz de Dyah.

-¿Por qué narices has hecho venir a los katagarios, Ash?

-No les he hecho llamar, pero no obstante nos vendrán bien. Además, este tema les incumbe también a ellos.
La puerta se abrió y el olor a lobo inundó la estancia. Dyah notó como el aire se cargaba en la habitación y de que todos los antiguos Cazadores estaban alerta.

-Es solo Vane Kattalakis y sus hermanos.

-De acuerdo, ya estamos todos.
-Cállate, Talon. Esta gente está mosqueada de verdad, y con toda la razón.
-¿Pero qué ha pasado?- inquirió Julian.
-Aún no ha pasado...
-Pero pasará, y no será nada bueno. Queremos evitarlo y si no, venganza.- añadió Vane que inrrumpió en la pequeña recámara.
-Creo que aquí somos demasiados.- gruñó Zarek ante la repentina cercanía de tantos hombres.
-No te preocupes, Z. Pronto llegará la diversión.- Aqueron terminó la manzana y la hizo desaparecer. El demonio permanecia tranquila en una esquina viendo algo en una PSP con un móvil en la mano y una tarjeta oro en la otra.- De acuerdo, escuchadme. Los spati quieren invadir el Santuario. No sé que se les estará pasando por esas cabezas de chorlito pero pronto lo averiguaré. Mientras tanto hay que ayudar a los Peltier a quitarse a esos mosquitos de encima.

-Dudo mucho que lo osos necesiten ayuda.

-La necesitaran si quieren combatir contra unos spati sin tener ninguna baja. ¿Olvidas lo que son los spati, Talon?
-No, necesitamos vuestra ayuda. De lo contrario no estaríamos aquí.- intervino uno de los lobos.
-¿Y tú quién coño eres, lobo?- inquirió Dyah con sorna.
-Tu peor pesadilla, capullo.
-Tranquilizate, Fury. Recuerda que nos tienen que ayudar.- Vane dio un paso adelante y extendió la mano.- Mi nombre es Vane Kattalakis, y ellos son mis hermanos, Fury y Fang.
-¿Y por qué no te llamas tú Fane?
-¿Intentas ser gracioso?
-Jedediah, ¿por qué no guardas tu sentido del humor para tu escudero?
-Ya lo hago y hablando de eso, Ash, creo que deberías mandarme a otro. Este está a punto de suicidarse.
-¿Qué pasa? Que como tu no puedes les induces a que se maten ellos mismo, ¿no?
-Wulf...
-¿Cómo sabes tú eso, vikingo?
-Callaros ya. No estoy de humor para vuestros numeritos.- concluyó Ash con voz autoritaria.- No, Dyah, no voy a mandarte a nadie. Si te quedas sin escudero es cosa tuya, y te aviso que no es agradable no tener una pequeña ayudita de vez en cuando, si no preguntaselo a Z. Por otra parte, y no me interrumpáis. Tenemos que intervenir en la pequeña guerrilla que están llevando a cabo los spati, después del Santuario, vendrá a por más. Y aquí todos tenéis a alguien por quien vivir, proteger y luchar.
-Esto...
-Sí, Fury, aunque ni tu ni Fang sepáis con exactitud quien es vuestra pareja, pronto lo sabréis. Respecto a Jedediah de Sicilia, lo mismo digo.
-No soy ningún animal, yo no tengo pareja.
-Tienes alma gemela, italiano.- replicó Talon.
-No, no la tengo.- gruñó Dyah con fiereza. Todos lo miraron con curiosidad y Wulf carraspeó.
-De acuerdo, haremos esto. Ahora tenemos que hacer una pequeña intervención. Luego, Dyah, tú y yo tendremos una pequeña charlita y te mantendré ocupado con un par de cosas.
-Es decir, Ash, que me llevarás de vuelta al agujero.
-¡No es un agujero! Es tu casa.
-No me dejas salir, es lo mismo.
-Cállate.

En un instante, pasaron de estar en una pequeña contratienda, a estar en una espaciosa estancia frente a unos cuantos daimons que los observaban con confusión y curiosidad.
-Oh, Cazadores. ¿Habéis venido a jugar?
-Creo que serás un buen bocado.- dijo con un tono divertido en la voz el lobo llamado Fury antes de transformarse en un enorme canino ártico.

lunes, 24 de mayo de 2010

Ojos del color de la plata. Cap. I

Nueva Orleans, apartamento de Isla Speroni.

Isla descansaba en su gigantesca cama acolchada y coloreada de tonos morados. Rondaba las diez y media de la mañana cuando sonó repentinamente el tono de llamada La vie en rose de su Corby Pro. Pese al cansancio que la asaltaba aún, retiró a regañadientes su antifaz lila de terciopelo y lo dejó como diadema para apartarse los pelos de la cara mientras cogía a tientas el movil.

-¿Diga?- contestó con un hilo de voz.

-¿Fiji? Soy Sunshine. Lo siento haberte despertado, cielo. ¿Te apetece un café y unos beignets en el Cafe Du Monde?

-Eh...- Isla miró confusa el móvil, se fijó en la pantalla para averiguar la hora a la que su amiga había decidido interrumpirla de su profundo y reconfortante sueño. Se giró sobre sí misma para quedar tendida boca abajo antes de desperezarse.- Mm... sí, Sunny, como no. Estaré enseguida. Y por cierto, deja de llamarme Fiji- concluyó colgando el móvil y refregando los dedos contra sus adormilados ojos.

Se quedó tendida en esa posición unos minutos más y luego se levantó para dirigirse al coqueto baño que la esperaba junto a la cocina americana.




-Ya le he mandado un mensaje a Fiji diciendo dónde la esperamos.- dijo Sunshine respondiendo a la pregunta de Amanda.

-Oye cariño, nosotros tenemos trabajo, ha llamado Ash. Nos vemos más tarde, ¿de acuerdo?- dijo Talon de los Morrigantes que se acercaba con paso lento.

-Esta bien, pero tened cuidado por favor.- le suplicó su mujercita mientras la alzaba para plantarle un apasionado beso en los labios.

-¿Dónde se habrá metido Isla?- se quejó Grace Alexander observando su alrededor buscando un indicio de la chica.

-Ya esta aquí.- respondió Selena con la mirada perdida en las cartas, mientras las barajaba.

-¿Aquí dónde?

Todos escucharon el ruido de una moto Harley girando por la esquina de la Square Street con dos personas encima. Una esbelta mujer de cuerpo menudo pero curvas sensuales, con el cabello oscuro cayendo en cascada por la espalda, se bajó con cuidado de la moto mientras captaba como Johnny se quitaba el casco.


-Muchas gracias, Johnny, eres un encanto.- dijo Isla poniendose de puntillas para darle un tímido beso en la frente como muestra de gratitud.

-Esto... Isy, quizás esta noche podríamos cenar juntos. ¿Qué te parece?

-Oh, me halagas, pero, ¿ves a ese grupo de mujeres que miran aquí en estos momentos? Detrás de mí.

El chico se paso la manó disimuladamente por su cabello cobre y corto. Se fijó en un grupo de unas ocho mujeres aproximadamente que los observaban e intercambiaban comentario entre ellas descaradamente. Asintió.

-Pues son mis amigas, y a una de ellas la abandonó su marido con un hijo en común, anoche. Necesitamos una reunión, ya sabes.

Johnny volvió a fijar sus ojos castaños en el grupo de las mujeres y de inmediato captó a una guapa mujer con un niño pequeño en sus brazos.

-De acuerdo, quizás mañana...

-¡Por supuesto!- respondió ella felizmente. Volvió a besarle esta vez en la mejilla y se giró teatralmente para correr al auxilio de sus amigas.


Isla llevaba el pelo oscuro por la cintura, bastante desordenado, como resultado el haberselo secado en una recorrido moto. Pero aún así, al andar siempre por las aguas marinas, tenía el cabello increíblemente sano y por lo tanto por muy desordenado que pudiese llevarlo siempre daba la sensación de haberselo peinado a consciencia. Todas la envidiaban por ello. Se había colocado unos simples vaqueros estrechos con sus espartos de flores y una camiseta de tirantes del mismo color del fondo de los espartos. Llevaba un lazo beige sujetando la maraña de cabello y un gran bolso de tela del mismo color donde tan solo llevaba la cartera, las llaves y el móvil.

-Vaya, os habéis reunido todas, ¿eh?

-Hola cariño.- saludó anidamente Sunshine zafandose de los brazos de Talon mientras corría hacía su amiga.- ¿Cómo has tardado tanto?

-Si, disculpad por la tardanza.- explicó.- Es que tuve que darme una buena ducha y recoger la cena de anoche.

Isla se acercó distraidamente a la mesa donde Selena presidía para sus consultas. Se sentó en la silla y la saludó enseñandole la mano para que le dijera algo más sobre su futuro.

-Echáme las cartas, S.- le pidió mientras se erguía en la silla y la acercaba más a la mesa.
Observó a Selena mientras ésta barajaba un poco más las cartas del Tarot y las expandía por la mesa. Parecía muy concentrada en su trabajo y no quiso interrumpirla.

-¡Vaya, que novedad! Conocerás a un tío macizorro.- exclamó Selena con una mueca falsamente sorprendida. Isla la miró un momento más antes de poner los ojos en blanco y levantarse de su asiento. Selena siguió observando las cartas que venían proximamente y entrecerró los ojos al ver la carta que seguía al futuro de Isla. La misma carta sin mucha importancia, pero que siempre había salido en los futuros tanto de Grace, como de Sunshine, Amanda, Bride...

-Fidji, ¿quién era ese bomboncito que te traía en aquella moto?- preguntó divertida Sunshine. Johhny no era más que un pitaflauta que se hacía pasar por surfero y que le gustaba salir con una chica, conseguirla y abandonarla. Todos perjuraban que él sentía algo más por ella, pero ni se lo creía, ni tenía ganas de comprobarlo. No necesitaba más descensos de autoestima.

-¿Johnny? Bah, nadie. Solo un amigo.

-¿De dónde sale?

-Me siguió desde Mississippi, lo conocí en la temporada que pasé con Danger.

-¿Dangereuse?- preguntó con un tono sorprendido y agresivo a la vez el novio de Sunshine.

-Sí.- musitó mirandolo estupecfacto. Cuando Talon cayó en la cuenta del sobresaltó que le había causado a la pobre Isla, le guiñó un ojo y volvió a extender los brazos alrededor de su amada.

-A tí no te hace falta conocer a más tíos buenos, Isla.- añadió Amanda.- Te conocen ellos a tí.

-Vaya... ¡Me lo dicen aquellas personas que tienen como maridos a los dios del Olimpo!- respondió jocosamente mientras echaba un vistazo a las siluetas de los hombres presentes. Isla no tenía ni idea de donde habían salido ese grupo de modelos incalculables, pero se moría por conocer a algún amigo suyo. Por lo que sabía, no solo eran unos sementales en la cama y unos increíbles cuerpos a la luz del día, sino que encima eran unos soles con sus respectivas mujeres. Algunos soltaron una carcajada al escuchar el comentario de Isla, algunos la escrutaron con los ojos entrecerrados, y otros hacían comentarios silenciosos entre ellos. Ellas simplemente reían mientras la analizaban.- Quiero decir, que ¡vamos, venga ya! Teneis unos tíos increíbles, además de que os adoran. Yo solo encuentro cuerpos y caras bonitas sin cerebro ni sentimientos. Ojála me tocará a mi la lotería que os tocó a vosotras, sortudas.

-Sabemos la suerte que tenemos.- dijo Grace mientras rodeaba a su marido por la cintura.- Julian es increíble.


Isla sintió como la envidia cubría su cuerpo al ver aquellos dos tortolitos mirándose como si el mundo acabara mañana. ¡Cómo deseaba tener algo así!

-Hablando de vosotros.- comenzó Amanda.- No es por echaros, pero ¿no teniaís trabajo?

-Sí, solo esperábamos a alguien.- respondió Talon.

-Ya no tenéis que esperar más.- respondió una voz masculina desde detrás de Kirian de Tracia. Era una voz masculina bastante suave pese a haber hablado de forma brusca e inquietante. Aterciopelada y atrayente.

Sin hacer presentaciones ningunas, los Cazadores se adelantaron para despedirse de sus mujeres mientras Dyah inspeccionaba cada mujer que estaba presente. Veía como Julian de Macedonia besaba a una menuda mujer y acariciaba con una mano la melena azabache de su esposa. Apreció un brillo de anhelo en los ojos grisáceos de Grace. Kirian de Tracia acunaba en sus brazos a una preciosa niñita de cabello cobrizo y carita redondeada que lo miraba riendo y cogía de un dedo a la madre. Se sintió observado y se fijó en la que tenía que ser Sunshine, la chica de Talon de Morrigantes. Se le veía una mujer muy atractiva, de tez bronceada, al igual que la amiga que tenía junto a ella. No pudo por más que hacer un análisis detallado de la preciosidad que tenía al lado. Era perceptible que andaba mucho tiempo en las aguas marinas por las ondulaciones de su cabello oscuro, casi negro, y por el olor que asaltaban esas ondulaciones. Desde donde él se encontraba era capaz de percibir el olor a frutas silvestres y sal. El color moreno era por completo debido al sol ya que se podía ver la piel de diferentes grados de bronceado hayá donde la ropa tapaba. Le entraron deseos de comprobar si debajo de aquella estrecha ropa era igual de morena. No había tenido el places de dislumbrar un cuerpo femenino más sensual y exótico.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando se dio cuenta, mientras la seguía mirando y se detuvo en los profundos ojos azul mar, que ella tambien le observaba. Y le importaba igual de poco que a él que los demás pudieran percatarse. Le ofreció una sonrisa torcida pero ella no pareció halagarse, por el contrario se sobresaltó. Dyah se obligó a retirar la mirada para no asustarla más.

Isla no pudo pestañear desde que se dio cuenta de que el recien llegado la escrutaba incansablemente. Era el tipo con la cara más hermosa que había visto en su vida. Lejos de no ser atractivo, se percató de que la belleza era más bien inhumana. Era muy alto, entre las mismas medidas de Julian o Talon. Unos pantalones de cuero negro le cubría unas musculosas y largas piernas hasta llegar a una pequeña cintura que sostenía el resto del voluptuoso cuerpo masculino. Llevaba una camiseta blanca muy ceñida y tapada por una chupa de cuero, que dejaban entrever que debajo de aquella ropa había unos fuertes hombros. Su rostro era lo mejor. Tenia unos perfectos labios perfilados, nunca había visto tal cosa. Con una forma perfecta y que invitaban a ser devorados a besos. La nariz era simétrica y recta y tenía unos ojos completamente grises hipnóticos. Su pelo negro semicorto caía a los lados de su rostro. No pensaba que podría conocer a alguien más guapo que cualquier de los atractivos maridos de sus amigas, pero ahí estaba. Y no le quitaba el ojo de encima.

-Isla.- la voz de Amanda hizo que desapareciera ese ensueño de ojos plateados.- ¿Te importaria?- preguntó mientras alzaba a su hija en su dirección. Isla respondió con una sonrisa y cogió a la pequeña Marissa en brazos. Era la niña más bonita que había visto jamás. La alzó en brazos y se estiró hacía atrás dejando a la niña por encima de su cabeza, la acercó más y juntó sus narices antes de darle un pequeño beso en la naricita de la niña. Marissa acariciaba la suave tez de Isla feliz y sonriente.

Dyah se quedó anonadado cuando vio a la preciosa mujer levantar a la niña en vilo, como inclinaba su cabeza hacía atrás y jugaba con la nariz de la pequeña. Su larga melena caía en cascada sobre la espalda, pasando por un bonito culo marcado por unos vaqueros. Vaya, era muy bonita de verdad.

-Vamos Dyah. Aqueron nos espera en la tienda de muñecas de Liza.
-¿La qué está en Royal Street?
-Exactamente.- respondió Kirian acercándose.
-Vamos principito, tenía ganas de luchar junto a un príncipe de verdad de nuevo.- dijo Talón alzando los brazos por los hombros de Dyah y estrechandolo. Como respuesta, Dyah soltó un gruñido aterrador y se lo quitó de encima de un empujón.
Todos soltaron una carcajada y las mujeres soltaron un suspiro de alivio.

Todas se quedaron embobadas viendo al grupo de depredadores marchándose por el camino. Isla no se sentía capaz de saber quien tenía un culo mejor, pero finalmente se decantó por el nuevo.

-Bueno chicas, ya hemos comprobado como sus perfectos culos desaparecen a salvo. ¿Creeís que ya es hora de desayunar o aún no?- comentó Amanda.