Tema

Viviendo en la noche es la historia de un Cazador Oscuro llamado Dyah, un vigilante de la noche que no pasaría desapercibido ni aunque viviera en una cueva. Dyah Garibaldi es alto apuesto, de ojos grises que hipnotizan, vive solitario en su mundo de la noche a excepción de las amistades con otros Cazadores.

Vive la vida como le apetece. No busca el amor ya que es un requisito que está prohibido para los Hunter y así lo cumple, pero el sexo no está prohibido y Dyah se aprovecha de ello más que nadie.

Un buen día, mientras Dyah duerme lo despierta Ash, el "jefe" de los Cazadores Oscuros, el primero creado por Artemisa. Este le pide que vaya al Barrio Francés para encontrarse con antiguos Cazadores Oscuros, entre ellos, sus viejos amigos, Talon y Wulf. Pero cuando llega ve a una preciosidad que no lo dejara indiferente.

Isla Speroni es una chica normal que le gusta viajar, el buceo y la arqueología, aunque nunca ha sido lo suficientemente constante para terminar la carrera. Isla vive el día a día en su loft de Nueva Orleans, donde se trasladó debido a un problema, y allí conoció a Sunshine, Tabitha, Amanda y Selena.

Un día se despierta y ve que sin recordar nada una persona que apenas había conocido del día anterior se traslada a su casa. Pero fortuitamente con Dyah no se siente tan sola, así que le permite "casi" todo. Lo que ella no sabe es que Dyah la esta protegiendo de algo.

Los daimons la buscan por una maldición.

Pero pasa algo más, que todos saben menos Dyah e Isla. ¿Le sentará bien el descubrimiento? ¿O hará que todo acabe fatídicamente? ¿Dejará Dyah que Isla muera por huir de su destino?

Si quieres saber más, sigue leyendo.

NOTA

Todos los personajes de Sherrilyn Kenyon son de la propia autora, yo, Julieta, los uso en mi blog añadiendo mis datos propios con mis personajes fuera de la historia original Dark Hunter.

lunes, 24 de mayo de 2010

Ojos del color de la plata. Cap. I

Nueva Orleans, apartamento de Isla Speroni.

Isla descansaba en su gigantesca cama acolchada y coloreada de tonos morados. Rondaba las diez y media de la mañana cuando sonó repentinamente el tono de llamada La vie en rose de su Corby Pro. Pese al cansancio que la asaltaba aún, retiró a regañadientes su antifaz lila de terciopelo y lo dejó como diadema para apartarse los pelos de la cara mientras cogía a tientas el movil.

-¿Diga?- contestó con un hilo de voz.

-¿Fiji? Soy Sunshine. Lo siento haberte despertado, cielo. ¿Te apetece un café y unos beignets en el Cafe Du Monde?

-Eh...- Isla miró confusa el móvil, se fijó en la pantalla para averiguar la hora a la que su amiga había decidido interrumpirla de su profundo y reconfortante sueño. Se giró sobre sí misma para quedar tendida boca abajo antes de desperezarse.- Mm... sí, Sunny, como no. Estaré enseguida. Y por cierto, deja de llamarme Fiji- concluyó colgando el móvil y refregando los dedos contra sus adormilados ojos.

Se quedó tendida en esa posición unos minutos más y luego se levantó para dirigirse al coqueto baño que la esperaba junto a la cocina americana.




-Ya le he mandado un mensaje a Fiji diciendo dónde la esperamos.- dijo Sunshine respondiendo a la pregunta de Amanda.

-Oye cariño, nosotros tenemos trabajo, ha llamado Ash. Nos vemos más tarde, ¿de acuerdo?- dijo Talon de los Morrigantes que se acercaba con paso lento.

-Esta bien, pero tened cuidado por favor.- le suplicó su mujercita mientras la alzaba para plantarle un apasionado beso en los labios.

-¿Dónde se habrá metido Isla?- se quejó Grace Alexander observando su alrededor buscando un indicio de la chica.

-Ya esta aquí.- respondió Selena con la mirada perdida en las cartas, mientras las barajaba.

-¿Aquí dónde?

Todos escucharon el ruido de una moto Harley girando por la esquina de la Square Street con dos personas encima. Una esbelta mujer de cuerpo menudo pero curvas sensuales, con el cabello oscuro cayendo en cascada por la espalda, se bajó con cuidado de la moto mientras captaba como Johnny se quitaba el casco.


-Muchas gracias, Johnny, eres un encanto.- dijo Isla poniendose de puntillas para darle un tímido beso en la frente como muestra de gratitud.

-Esto... Isy, quizás esta noche podríamos cenar juntos. ¿Qué te parece?

-Oh, me halagas, pero, ¿ves a ese grupo de mujeres que miran aquí en estos momentos? Detrás de mí.

El chico se paso la manó disimuladamente por su cabello cobre y corto. Se fijó en un grupo de unas ocho mujeres aproximadamente que los observaban e intercambiaban comentario entre ellas descaradamente. Asintió.

-Pues son mis amigas, y a una de ellas la abandonó su marido con un hijo en común, anoche. Necesitamos una reunión, ya sabes.

Johnny volvió a fijar sus ojos castaños en el grupo de las mujeres y de inmediato captó a una guapa mujer con un niño pequeño en sus brazos.

-De acuerdo, quizás mañana...

-¡Por supuesto!- respondió ella felizmente. Volvió a besarle esta vez en la mejilla y se giró teatralmente para correr al auxilio de sus amigas.


Isla llevaba el pelo oscuro por la cintura, bastante desordenado, como resultado el haberselo secado en una recorrido moto. Pero aún así, al andar siempre por las aguas marinas, tenía el cabello increíblemente sano y por lo tanto por muy desordenado que pudiese llevarlo siempre daba la sensación de haberselo peinado a consciencia. Todas la envidiaban por ello. Se había colocado unos simples vaqueros estrechos con sus espartos de flores y una camiseta de tirantes del mismo color del fondo de los espartos. Llevaba un lazo beige sujetando la maraña de cabello y un gran bolso de tela del mismo color donde tan solo llevaba la cartera, las llaves y el móvil.

-Vaya, os habéis reunido todas, ¿eh?

-Hola cariño.- saludó anidamente Sunshine zafandose de los brazos de Talon mientras corría hacía su amiga.- ¿Cómo has tardado tanto?

-Si, disculpad por la tardanza.- explicó.- Es que tuve que darme una buena ducha y recoger la cena de anoche.

Isla se acercó distraidamente a la mesa donde Selena presidía para sus consultas. Se sentó en la silla y la saludó enseñandole la mano para que le dijera algo más sobre su futuro.

-Echáme las cartas, S.- le pidió mientras se erguía en la silla y la acercaba más a la mesa.
Observó a Selena mientras ésta barajaba un poco más las cartas del Tarot y las expandía por la mesa. Parecía muy concentrada en su trabajo y no quiso interrumpirla.

-¡Vaya, que novedad! Conocerás a un tío macizorro.- exclamó Selena con una mueca falsamente sorprendida. Isla la miró un momento más antes de poner los ojos en blanco y levantarse de su asiento. Selena siguió observando las cartas que venían proximamente y entrecerró los ojos al ver la carta que seguía al futuro de Isla. La misma carta sin mucha importancia, pero que siempre había salido en los futuros tanto de Grace, como de Sunshine, Amanda, Bride...

-Fidji, ¿quién era ese bomboncito que te traía en aquella moto?- preguntó divertida Sunshine. Johhny no era más que un pitaflauta que se hacía pasar por surfero y que le gustaba salir con una chica, conseguirla y abandonarla. Todos perjuraban que él sentía algo más por ella, pero ni se lo creía, ni tenía ganas de comprobarlo. No necesitaba más descensos de autoestima.

-¿Johnny? Bah, nadie. Solo un amigo.

-¿De dónde sale?

-Me siguió desde Mississippi, lo conocí en la temporada que pasé con Danger.

-¿Dangereuse?- preguntó con un tono sorprendido y agresivo a la vez el novio de Sunshine.

-Sí.- musitó mirandolo estupecfacto. Cuando Talon cayó en la cuenta del sobresaltó que le había causado a la pobre Isla, le guiñó un ojo y volvió a extender los brazos alrededor de su amada.

-A tí no te hace falta conocer a más tíos buenos, Isla.- añadió Amanda.- Te conocen ellos a tí.

-Vaya... ¡Me lo dicen aquellas personas que tienen como maridos a los dios del Olimpo!- respondió jocosamente mientras echaba un vistazo a las siluetas de los hombres presentes. Isla no tenía ni idea de donde habían salido ese grupo de modelos incalculables, pero se moría por conocer a algún amigo suyo. Por lo que sabía, no solo eran unos sementales en la cama y unos increíbles cuerpos a la luz del día, sino que encima eran unos soles con sus respectivas mujeres. Algunos soltaron una carcajada al escuchar el comentario de Isla, algunos la escrutaron con los ojos entrecerrados, y otros hacían comentarios silenciosos entre ellos. Ellas simplemente reían mientras la analizaban.- Quiero decir, que ¡vamos, venga ya! Teneis unos tíos increíbles, además de que os adoran. Yo solo encuentro cuerpos y caras bonitas sin cerebro ni sentimientos. Ojála me tocará a mi la lotería que os tocó a vosotras, sortudas.

-Sabemos la suerte que tenemos.- dijo Grace mientras rodeaba a su marido por la cintura.- Julian es increíble.


Isla sintió como la envidia cubría su cuerpo al ver aquellos dos tortolitos mirándose como si el mundo acabara mañana. ¡Cómo deseaba tener algo así!

-Hablando de vosotros.- comenzó Amanda.- No es por echaros, pero ¿no teniaís trabajo?

-Sí, solo esperábamos a alguien.- respondió Talon.

-Ya no tenéis que esperar más.- respondió una voz masculina desde detrás de Kirian de Tracia. Era una voz masculina bastante suave pese a haber hablado de forma brusca e inquietante. Aterciopelada y atrayente.

Sin hacer presentaciones ningunas, los Cazadores se adelantaron para despedirse de sus mujeres mientras Dyah inspeccionaba cada mujer que estaba presente. Veía como Julian de Macedonia besaba a una menuda mujer y acariciaba con una mano la melena azabache de su esposa. Apreció un brillo de anhelo en los ojos grisáceos de Grace. Kirian de Tracia acunaba en sus brazos a una preciosa niñita de cabello cobrizo y carita redondeada que lo miraba riendo y cogía de un dedo a la madre. Se sintió observado y se fijó en la que tenía que ser Sunshine, la chica de Talon de Morrigantes. Se le veía una mujer muy atractiva, de tez bronceada, al igual que la amiga que tenía junto a ella. No pudo por más que hacer un análisis detallado de la preciosidad que tenía al lado. Era perceptible que andaba mucho tiempo en las aguas marinas por las ondulaciones de su cabello oscuro, casi negro, y por el olor que asaltaban esas ondulaciones. Desde donde él se encontraba era capaz de percibir el olor a frutas silvestres y sal. El color moreno era por completo debido al sol ya que se podía ver la piel de diferentes grados de bronceado hayá donde la ropa tapaba. Le entraron deseos de comprobar si debajo de aquella estrecha ropa era igual de morena. No había tenido el places de dislumbrar un cuerpo femenino más sensual y exótico.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando se dio cuenta, mientras la seguía mirando y se detuvo en los profundos ojos azul mar, que ella tambien le observaba. Y le importaba igual de poco que a él que los demás pudieran percatarse. Le ofreció una sonrisa torcida pero ella no pareció halagarse, por el contrario se sobresaltó. Dyah se obligó a retirar la mirada para no asustarla más.

Isla no pudo pestañear desde que se dio cuenta de que el recien llegado la escrutaba incansablemente. Era el tipo con la cara más hermosa que había visto en su vida. Lejos de no ser atractivo, se percató de que la belleza era más bien inhumana. Era muy alto, entre las mismas medidas de Julian o Talon. Unos pantalones de cuero negro le cubría unas musculosas y largas piernas hasta llegar a una pequeña cintura que sostenía el resto del voluptuoso cuerpo masculino. Llevaba una camiseta blanca muy ceñida y tapada por una chupa de cuero, que dejaban entrever que debajo de aquella ropa había unos fuertes hombros. Su rostro era lo mejor. Tenia unos perfectos labios perfilados, nunca había visto tal cosa. Con una forma perfecta y que invitaban a ser devorados a besos. La nariz era simétrica y recta y tenía unos ojos completamente grises hipnóticos. Su pelo negro semicorto caía a los lados de su rostro. No pensaba que podría conocer a alguien más guapo que cualquier de los atractivos maridos de sus amigas, pero ahí estaba. Y no le quitaba el ojo de encima.

-Isla.- la voz de Amanda hizo que desapareciera ese ensueño de ojos plateados.- ¿Te importaria?- preguntó mientras alzaba a su hija en su dirección. Isla respondió con una sonrisa y cogió a la pequeña Marissa en brazos. Era la niña más bonita que había visto jamás. La alzó en brazos y se estiró hacía atrás dejando a la niña por encima de su cabeza, la acercó más y juntó sus narices antes de darle un pequeño beso en la naricita de la niña. Marissa acariciaba la suave tez de Isla feliz y sonriente.

Dyah se quedó anonadado cuando vio a la preciosa mujer levantar a la niña en vilo, como inclinaba su cabeza hacía atrás y jugaba con la nariz de la pequeña. Su larga melena caía en cascada sobre la espalda, pasando por un bonito culo marcado por unos vaqueros. Vaya, era muy bonita de verdad.

-Vamos Dyah. Aqueron nos espera en la tienda de muñecas de Liza.
-¿La qué está en Royal Street?
-Exactamente.- respondió Kirian acercándose.
-Vamos principito, tenía ganas de luchar junto a un príncipe de verdad de nuevo.- dijo Talón alzando los brazos por los hombros de Dyah y estrechandolo. Como respuesta, Dyah soltó un gruñido aterrador y se lo quitó de encima de un empujón.
Todos soltaron una carcajada y las mujeres soltaron un suspiro de alivio.

Todas se quedaron embobadas viendo al grupo de depredadores marchándose por el camino. Isla no se sentía capaz de saber quien tenía un culo mejor, pero finalmente se decantó por el nuevo.

-Bueno chicas, ya hemos comprobado como sus perfectos culos desaparecen a salvo. ¿Creeís que ya es hora de desayunar o aún no?- comentó Amanda.